sábado, 1 de marzo de 2008

Editorial

Actualmente, cuando el proceso político venezolano se encuentra en un nuevo punto de inflexión, el pueblo padece más que nunca la necesidad de avanzar con firmeza hacia formas de organización y acumulación de fuerzas que allanen el camino hacia la construcción de su propia forma de poder: el Poder Popular. Para evitar que esta extraordinaria oportunidad sea secuestrada y tergiversada, se hace indispensable evitar que termine siendo dirigida y controlada por la institucionalidad vigente, conservadora y burocratizada, cuyos intereses son diametralmente opuestos a los del pueblo llano, el pueblo de a pie, ese que no forma parte directa del gobierno, pero que es quien, con su trabajo productivo y su construcción social, lo sostiene.

Estamos en tiempos de Reforma Constitucional y, sin embargo, más que crear espacios para la construcción política desde las bases sociales, se está impulsando la oportunidad de sentar bases jurídicas desde el Estado, con la legitimación del pueblo, tendentes a abrir caminos interesantes para que a éste, en su dialéctico avance en el camino de crecimiento cualitativo, se le facilite el acceso a espacios de poder y el control social sobre algunos aspectos de la vida política y económica. Este hecho reviste carácter histórico en cuanto se establece, desde el poder constituido, la puerta jurídica para avanzar en la construcción del poder constituyente, que está llamado a ser, a su vez, el sepulturero del poder constituido.

No obstante, se debe alertar que el solo hecho de contar con las herramientas jurídicas no garantiza el alcance de los objetivos planteados. De hecho, lo jurídico (la Constitución, leyes, decretos, reglamentos y normas) es parte integrante de la superestructura del Estado, la cual está definida por el tipo de Estado, que a su vez obedece a la estructura económica de la sociedad, es decir, al modo de producción imperante. Por ello no queda duda de que un Estado que obedece a una estructura económica capitalista responderá siempre a los intereses capitalistas. No por capricho, quienes reivindicamos el Materialismo Histórico y el Materialismo Dialéctico tenemos plena convicción de que siendo la producción la base de toda sociedad, no hay forma de lograr transformaciones profundas en ésta si no cambiamos la estructura económica.

De esto se desprende que lo más estructural del actual momento político es generar la oportunidad de que el pueblo organizado, reconocido por el Estado en la Reforma Constitucional propuesta, asuma el protagonismo en el desarrollo productivo y económico del país, más allá de la ejecución de proyectos sociales que, si bien son necesarios, no son suficientes para lograr el control del pueblo sobre la política de Estado. También se torna indispensable la toma popular de la educación para profundizar cambios en la superestructura del Estado, encaminando esfuerzos hacia el desarrollo de la ciencia y la técnica para el crecimiento de las fuerzas productivas, con lo cual también desde este espacio se puede y se debe aportar a la construcción de la estructura económica socialista.

Debemos reconocer seriamente que este proceso político aún no es irreversible, por ello el pueblo no debe dejar espacios vacíos para que el oportunismo y la derecha los tomen. Lo que sucede actualmente en Venezuela no es que el pueblo sea gobierno, sino que hay un grupo de cuadros revolucionarios infiltrados en un Estado burgués, capitalista, tratando de impulsar cambios desde adentro, procurando debilitar sus bases, lo cual resulta imposible sin el apoyo del pueblo. Es más, este aporte desde adentro tiene límite finito, por lo cual se hace impostergable que el pueblo organizado asuma la vanguardia, quitándole la posibilidad de maniobra a los sectores conservadores y oportunistas que se encuentran enquistados dentro del gobierno y que ostentan posiciones de poder significativas, pues éstos harán todo cuanto les sea posible para evitar el posicionamiento del pueblo en la Revolución Bolivariana.

La lucha está abierta y estamos en medio del camino. Hay que elevar la alerta pues los puntos de inflexión de los procesos políticos significan oportunidades de avanzar o retroceder. Hay que avanzar con la Reforma Constitucional, pero entendiendo que eso no bastará para sentar las bases de una Revolución Socialista; aún falta mucho camino por recorrer. Las reformas son positivas sólo en cuanto permiten avanzar en la acumulación de fuerzas para impulsar una verdadera Revolución. Por ello, en este momento político el pueblo tiene una nueva oportunidad histórica y lo peor sería confiarse, dejando todo a la casualidad. Las revoluciones no se consolidan por espontaneidad, se requiere la fuerza impulsora del pueblo, y ésta, la Revolución Bolivariana no es una excepción.

La Universidad que tenemos

Osly Hernández

Hoy la UCV está en poder de una red clientelar, una élite seudo-académica que impone un filtro de clases o pruebas internas para mantener en minoría y en futura nulidad al pueblo pobre dentro de ella.

La comunidad estudiantil entrega sus derechos bajo el pretexto de que la política es una pérdida de tiempo. La intimidación hacia los críticos del sistema es regla general en las aulas.

Bajo la sombra de una contratación flexible, profesores progresistas deben mantener la boca cerrada para mantener el salario.

Los luchadores sociales más comprometidos se turnan en dos frentes de batalla: el primero, evitar que la democracia bolivariana y la esperanza del socialismo sean destruidas por el fascismo; y el segundo, resistir el cerco hegemónico de la extrema derecha que se refugia en su último bastión, el “claustro universitario”.

El movimiento obrero universitario, siempre activo, lamentablemente se encuentra estratificado convenientemente en empleados y obreros y sus luchas económicas no están articuladas con el movimiento estudiantil, que de manera vergonzosa los rechaza de forma mezquina.

Muchos dirigentes estudiantiles, cegados bajo el espejismo de que únicamente se puede hacer política desde una federación o centro de estudiantes, se pelean entre ellos por dichos espacios, mientras en los consejos universitario y de facultad las autoridades pasan la aplanadora con su mayoría forzada a los pocos representantes estudiantiles que mantienen una voz disidente.

Orbitando alrededor de estas guerras locales inducidas desde arriba existe toda una generación de futuros dirigentes nuevamente confundida entre dos caminos: la desviación politiquera o la frustración de estudiar para graduarse de una vez.

Las autoridades monopolizan los medios de comunicación como Correo Universitario, Hora Universitaria y UCV-024, que sirven como velo a las profundas contradicciones que asechan en todos los rincones de nuestra casa de estudios.

Un nuevo elemento se suma a este panorama: una vigilancia desvirtuada en aparato represivo, que recorre la universidad con sus motos y jaulas de forma amenazadora, bajo el pretexto de proteger al patrimonio. Su consigna: “resguardar al cemento y al acero y desechar al ser humano”. Los horarios de cierre nos atrapan cada día más en las mañanas. En las tardes y fines de semana la UCV es un desierto.

Los espacios físicos se privatizan paulatinamente, entregados a la banca privada. Por todo se cobra, todo tiene un precio, pero las autoridades nunca rinden cuentas. La autonomía que levantan como bandera se cae a pedazos al evidenciarse claramente su compromiso politiquero y su directa vinculación con partidos antidemocráticos.

Ésta es una reflexión para los que repudiamos las injusticias, para los que el silencio y la soledad asfixian.

La distancia entre lo que queremos (pensamos, sentimos) y lo que, según los paradigmas sociales, debemos hacer, nos sitúa en un mar de contradicciones. Ante tales encrucijadas, podemos evadir los descubrimientos para conservar la estabilidad y continuar la senda habitual. No tener que alterar las viejas concepciones ni reordenar las ideas resulta más cómodo y evita colocar en tela de juicio parte del camino andado.

Pero una vez que se producen los hallazgos, lo peor que podemos hacer es maquillarlos, mimetizarlos con la ya conocido, para evitar reconocerlos. Identificar las incongruencias significa diferenciarnos de la “cosas” que se dejan llevar por el vaivén del oleaje. Es poner en ejercicio el carácter humano de actuar con conciencia. Detenernos ante los obstáculos del camino, resistirnos a ellos, comprenderlos y transformarlos.

Generaciones enteras han luchado y preparado el camino para los retos actuales. Nuestro deber ahora es asumir el relevo e interrogar al pasado. Explorar las derrotas y determinar la estrategia del enemigo. Quitar el vendaje y la mordaza del miedo a nuestros compañeros y que ellos nos quiten las nuestras. La invitación es a actuar y a compartir, a teorizar y a realizar prácticas que permitan abrir un abanico de lucha y de gloria.

¡Billy, chavista!

Kaybeliz López

Situación:
Ataques terroristas en Nueva York, mejor conocido como «9-11»

Se conmemoraron 6 años del suceso que dio pie a las guerras contra los pueblos de Afganistán e Iraq. Inicialmente, el argumento fue el más evidente y el más aceptado por la conmoción producida -y esperada-: «contraatacar» a estos países por ser la guarida de los supuestos autores intelectuales y materiales del hecho, lugares que además, según los gring@s, estaban llenos de armas de destrucción masiva.

Una vez demostrado que nunca existieron tales armas, la guerra continuó y aumentaron l@s caíd@s norteamerican@s y latinoamerica-n@s que, bajo la condición de «salvar a la humanidad de la amenaza terrorista», obtendrían la nacionalidad estadounidense -conveniente, ¿no?-. Además, no sería extraño leer en los próximos reportes que las tropas estaban llenas de ciudadan@s norteamerican@s.

Mientras empezaba a tomar otro rumbo la guerra preventiva iniciada por EE.UU., el meollo de los ataques también lo hacía: «¿auto ataque?», «¿Bin Laden y Bush aliados?», ¿derrumbe controlado de las torres?». Lo cierto es que las investigaciones extraoficiales fueron en aumento. Profesor@s, científic@s, analistas se dieron a la tarea de revisar detalladamente el material y de ofrecer explicaciones lógica y coherentes a la opinión pública, cosa que nunca hicieron las instituciones a las cuales se les asignó el caso.

A pesar de que se demostró que la invasión a Afganistán e Iraq se llevó a cabo para expropiar el petróleo de estas tierras, aún sigue en «veremos» si los acontecimientos reales del famoso «9-11» serán finalmente revelados. Lo cierto es que ambos escenarios –el de Nueva York e Iraq- siguen siendo solapados por los medios tradicionales encargados de crear y mantener en el imaginario público todo aquello que le conviene al Imperio, estrategia exitosa en las mentes disociadas de la oposición, que no se cansa de pedir la intervención gringa en cuanta marchita hacen.

Desde entonces la matriz de opinión creada se dirige a reforzar la necesidad de mantener una política agresiva contra cualquier país o gobierno calificado por el Imperio como «amenaza terrorista», argumento que les hace más fácil el trabajo de conspirar, invadir, derrocar y neutralizar ya que meten en el mismo saco a sus enemigos por antonomasia: los gobiernos de izquierda, progresistas, socialistas o comunistas.

Si dudan, pregunten a l@s opositor@s –disociad@s por medios como Globovisión y RCTV Internacional, que suena como a «RCTV en el exilio»- lo que opinan acerca de Chávez y/o l@s chavistas. Los compañeros de Ávila TV, lo hicieron y consiguieron ser atacados por Billy, un monito opositor entrenado para embestir a las personas a la voz de «¡Chavista!»:
http://www.youtube.com/watch?v=cARn86_ZHVM&mode=related&search=


Titulares e informaciones del 11-09-2007
- Seis años después del 11 de septiembre EEUU sigue bajo amenaza terrorista. El Universal.

- Casa Blanca aseguró que Estados Unidos encontrará a Osama Bin Laden. El Observador.

- El Sexto Aniversario del 11 de Septiembre: En Memoria de las Vidas. Escrito publicado en el portal de la Casa Blanca.

Desde el 11 de septiembre de 2001, la principal prioridad del Presidente ha sido proteger al pueblo estadounidense de ataques. Los atentados del 11 de septiembre mostraron la crueldad del enemigo que enfrenta Estados Unidos. En respuesta a esta amenaza, estamos a la ofensiva contra nuestros enemigos para hacerles frente a las amenazas antes de que lleguen a territorio estadounidense, y hemos reforzado nuestras defensas contra otros ataques por medio de nuevos programas de seguridad nacional e instituciones gubernamentales más fuertes y leyes más estrictas.

Estamos combatiendo el terrorismo en sus raíces al promover la libertad y prosperidad como alternativa a las ideologías de odio y represión. La guerra contra el terrorismo es más que un conflicto militar: es la lucha ideológica decisiva del siglo XXI. Para preservar la seguridad de nuestra nación, Estados Unidos debe continuar apoyando a las personas en países como Iraq y Afganistán que buscan forjar sociedades libres e instituciones democráticas que ofrecen una alternativa a la ideología de odio de los extremistas y dictadores brutales.

Nuestros profesionales de los servicios de inteligencia están usando las herramientas disponibles para adelantarse a nuestros enemigos, y el Congreso debe actuar para hacer que dichas herramientas sean permanentes. La ley Protect America del 2007, que el Presidente Bush promulgó el 6 de agosto de 2007 modificó la Ley de Vigilancia Extranjera para fines de Inteli-gencia (Foreign Intelligence Surveillance Act o FISA) con el objeto de otorgar a los servicios de inteligencia las herramientas necesarias para adquirir información impor-tante sobre nuestros enemigos. La ley, aprobada por la Cámara de Representantes y el Senado con el apoyo de ambos parti-dos, restablece el objetivo original de la FISA de proteger las libertades civiles de los estadounidenses sin que sea un obstá-culo para realizar operativos de vigilancia extranjera para fines de inteligencia con objetivos ubicados en el exterior. Pero este nuevo estatuto es una medida temporal con un propósito muy limitado para abordar las deficiencias más inmediatas de la ley.

Constitución de 1999: gazapos y reforma

Gustavo Rivero

Como por tod@s es sabido, la reforma constitucional propuesta por el comandante y camarada Chávez, aspira corregir algunos gazapos burgueses que se colaron en la constitución de 1999, permitiendo
con ello mejorar la misma a fin de que sirva de instrumento para que el pueblo trabajador asuma el poder y desde allí construir la patria buena socialista y bolivariana.

Uno de esos gazapos lo encontramos en el artículo 109 de la referida constitución, donde expresamente se excluye a l@s trabajador@s. Esta lógica ha permitido mantener una “comunidad” universitaria en donde existen ciudadan@s de primera (sector profesoral), de segunda (sector estudiantil), de tercera (egresad@s) y de cuarta categoría (trabajador@s).

Esto es, a todas luces, contrario al espíritu democrático, participativo, protagónico y popular de nuestra constitución y de la reforma planteada y, por sobre todo, es contrario, al ideal socialista que como pueblo nos hemos propuesto.

Socialismo y exclusión de l@s trabajador@s no pega ni con chicle, ni con saliva de loro ni con nada. Las universidades autónomas se financian con los recursos del pueblo y el pueblo que optó por el socialismo no puede ni debe financiar la reproducción del modelo burgués-capitalista.

Uno de los elementos sustantivos de la propuesta de reforma constitucional, es el reconocimiento del poder popular como el principal poder. Para ello se propone la creación de Consejos de Trabajador@s, de Estudiantes, de Campesin@s, Consejos Comunales como instancias organizativas para el ejercicio del poder y de dirección de la gestión pública, social o colectiva.

Sin embargo, el gazapo del artículo 109 (de no corregirse) se convertirá en un instrumento de defensa para quienes se niegan a que muera la universidad antidemocrática y feudal como herramienta de reproducción del modelo capitalista-burgués y, en consecuencia, se niegan a que nazca la universidad democrática, socialista, popular y bolivariana en la que estamos empeñad@s en función de contribuir a la construcción y desarrollo de nuestro modelo socialista solidario e internacionalista, que requerirá de mucho conocimiento, estudio, reflexión, investigación, ciencia y tecnología en la perspectiva de darnos como pueblo la mayor suma de felicidad posible.

El otro argumento de l@s defensor@s del modelo capitalista-burgués será intentar hacer un paralelismo entre fuerza armada y universidad. Nos dirán que la universidad requiere de línea de mando y verticalidad absoluta organizacional. Pero por lo torpe y sonsa de esta defensa no abordaremos este planteamiento en esta ocasión.

En este orden de ideas proponemos que: o no se incorporen (en la constitución) los sectores que constituyen la comunidad universitaria, dejando para las leyes las especificaciones, o que se agregue, en la reforma de constitución, a todos los sectores que de hecho hacen universidad, añadiendo a l@s trabajador@s no vinculad@s al trabajo docente (optamos por esta última).

A la derecha ni un tantico así.

El internacionalismo revolucionario en el siglo XXI

Luis F. Reyes - Yasmín Chaurán

En Venezuela, hoy cobra mucha fuerza el debate sobre el carácter internacional de nuestra lucha. La política exterior del gobierno venezolano ha generado reacciones de todo tipo de parte de los sectores de la derecha más rancia, quienes han hecho una guerra mediática a los esfuerzos por la unidad y la integración que con errores y aciertos se han impulsado hacia y con las naciones y pueblos hermanos del continente y de otros lugares del mundo.

No por casualidad, el internacionalismo ha sido un aspecto profundamente polémico de las luchas revolucionarias en los últimos dos siglos. A pesar del avance teórico y las experiencias históricas transitadas, aún se mantiene en la palestra pública el debate de si es posible el socialismo en un solo país, al menos por algún tiempo, o de cuánto podrá resistir una revolución socialista en un país cercado internacionalmente por un sistema capitalista maduro, sin tener que hacer concesiones de principios que signifiquen un retroceso irreversible hacia el capitalismo. Por ello, algunas y algunos compatriotas, a través de sus discursos o acciones, persisten en mantener una visión nacional de las luchas que son de orden internacional, obviando las causas históricas de ese concepto que hoy llamamos “nación” y dejando a un lado su papel como sujeto histórico en el contexto mundial.

Vayamos al origen de nuestra nación. Ésta surge al calor de las luchas independentistas frente al yugo español y producto de la abolición de la Gran Colombia por los sectores más reaccionarios de entonces, grupos de caudillos que se instauraron como oligarquías en toda nuestra Patria Grande para continuar el proyecto de dominación del imperialismo (en aquel momento europeo) y echar nuestros países como una pieza más del juego de la división internacional del trabajo, donde a los pueblos del Sur les tocó ser nuevas colonias, con un nuevo ropaje.

Paralelo a esto, en Europa el capitalismo vería su nacimiento e iniciaría su periplo y expansión. Es en ese contexto que el “viejo topo” Carlos Marx y Federico Engels, a través de El Manifiesto Comunista, convocarían a la clase obrera del mundo a unirse, dando surgimiento a la primera organización internacional comunista conocida como La I Internacional. Ese “fantasma” siguió recorriendo Europa y sin embargo, dentro de La Internacional y sus debates, surgieron diversas concepciones y discusiones sobre el internacionalismo y la revolución. Por ejemplo, cuando las y los reformistas alemanes dejaron de lado el internacionalismo proletario, votaron en el congreso alemán aprobando los créditos para la Guerra Mundial, causando una gran catástrofe al permitir que miles de obreras y obreros combatieran unas y unos, contra otras y otros. A pesar de tener los mismos intereses de clase, las obreras y obreros de unos países peleaban contra las obreras y obreros de otros países, favoreciendo los intereses de las clases dominantes y fracturando nuestra lucha internacional.

La historia demuestra con creces que el chovinismo (nacionalismo exacerbado) ha sido y será profundamente contrario a la lucha revolucionaria. Distinto es luchar por la autodeterminación de los pueblos y de las naciones como defensa de la agresión y control imperialistas, siendo esto expresión de un proceso de liberación nacional; de acumulación de las fuerzas necesarias para dar la lucha sin fronteras por la liberación de los pueblos explotados del mundo y la superación del capitalismo.

Las revolucionarias y los revolucionarios que luchamos en Venezuela debemos reivindicar y practicar el internacionalismo revolucionario y, sobre todo, defender una de sus expresiones más importantes: la solidaridad. Como dijera el Che Guevara, “la solidaridad es la ternura de los pueblos”. Esta solidaridad se basa en compartir lo que se tiene, y no lo que nos sobra, con otros pueblos oprimidos por el imperialismo, para en conjunto avanzar hacia la liberación de la explotación capitalista.

El gobierno bolivariano, comprendiendo la necesidad de avanzar en esa dirección, ha desarrollado planes y convenios como la Misión Milagro, Misión Robinson “Yo sí puedo” y otras iniciativas que han favorecido el encuentro, articulación y construcción social y política entre organizaciones y pueblos de Latinoamérica y el mundo.

Esta solidaridad también se manifiesta en la solicitud de repatriación de Ilich Ramírez, secuestrado en Francia; de Antonio, Fernando, Gerardo, Ramón y René, “los Cinco Héroes del pueblo cubano”, secuestrados en Estados Unidos; de “Sonia” y “Simón” de Colombia, también secuestrados por el imperialismo; la exigencia de liberación de los secuestrados en Guantánamo; las protestas para la devolución de la soberanía al pueblo de Palestina, asediado por el Sionismo, entre otras luchas de carácter internacional.

El camino de la revolución, más si ésta es socialista, exige de un claro carácter internacional de la lucha. No habrá revolución socialista en Venezuela si no fortalecemos un trabajo de integración y unión real entre los pueblos, entre la clase explotada del mundo, sobre todo en Latinoamérica, para enfrentar con firmeza los embates del imperialismo como expresión más avanzada del capitalismo. Por ello, toda acción contraria a la unidad de nuestros pueblos debe ser combatida desde nuestras trincheras de batalla y corregida de inmediato, para evitar que nuestros pueblos se sigan enfrentando por intereses subalternos, dividiendo así las fuerzas revolucionarias y favoreciendo al verdadero enemigo: el capitalismo.

Chávez, Uribe y las FARC

Periódico alternativo De Pana

Tras la decisión del presidente Chávez de asumir un papel protagónico en la búsqueda del intercambio humanitario
en Colombia, la reunión con el mandatario colombiano Uribe Vélez y la pronta respuesta de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP), expresando su disposición a dialogar y agradeciendo al dirigente venezolano su gestión, la situación colombiana –en lo relacionado con el conflicto- se ha puesto de moda.

De pronto, dirigentes “revolucionari@s” que siempre le han dado la espalda a lo que acontece del otro lado de la larga frontera con Colombia, son “fans” del diálogo y la búsqueda de soluciones en pro de la paz neogranadina. Como por arte de magia, funcionari@s que –argumentando no tener autorización- se negaban siquiera a tocar el tema en escenarios de discusión y análisis, lanzan declaraciones aprobatorias y con audacia vislumbran el porvenir latinoamericano de paz y prosperidad a partir de “la solución” al enfrentamiento armado en el país hermano.

Sin duda, la posición de Chávez es valiente y osada, acicateada por “el amor a Colombia” y dados su carisma, su voluntad y tesón, es indudable el peso que tiene su apoyo y determinación, para beneficio de los múltiples esfuerzos realizados ya en pro del intercambio humanitario y ojala en función de una paz duradera.

Ahora bien, el optimismo no puede sostenerse sin tener clara la complejidad de la situación colombiana, en la cual, alrededor de un eje fundamental de confrontación pueblo-oligarquía (expresión de la contradicción capital-trabajo), se han venido agregando nuevos ejes subalternos de lucha que hacen difícil el diagnóstico simple y más aún, la búsqueda de soluciones.

Dirigente histórica de una fracción de la derecha desde hace 180 años -cuando expulsó al Libertador de suelo granadino- la opulenta minoría apátrida fue capaz de sostenerse en el poder combinando la represión feroz sobre el pueblo, invocando “la democracia” y cerrando cada vez más los pocos espacios de participación política y social.

En ese tiempo, siempre que las fuerzas progresistas mostraron fuerza, capacidad y masas, para convertirse en alternativa real de poder, desde las altas esferas se recurrió al asesinato, la desaparición y la persecución contra el pueblo y sus expresiones orgánicas.

Aplicando las fórmula imperialista de “quitarle el agua al pez” (que era la guerrilla), mediante la aniquilación, el desplazamiento y el terror, los gobiernos “democráticamente electos” de Colombia, utilizaron bandidos, asesinos, desertores de la guerrilla y fanáticos derechistas, antes, durante y después del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, para crear estructuras irregulares de derecha que fueron conocidas como “pájaros” (la primera generación de “paracos” durante las décadas del cuarenta y cincuenta del siglo pasado).

Tras un difícil período de maduración durante las décadas del sesenta y setenta, en el cual enfrentaron el llamado “Frente Nacional” (versión granadina del “Pacto de Punto Fijo”) las fuerzas populares lograron un nivel de acumulación y organización que les permitió asumir retos de ser gobierno y ser poder, en distintos espacios, aplicando diferentes métodos de lucha y con ritmos disímiles.

L@s lacay@s del imperialismo lanzaron a los organismos de seguridad, las Fuerzas Militares y de Policía, contra el pueblo, elevándose de manera escandalosa los casos de violación de los derechos humanos por agentes estatales y creciendo de manera exponencial la insurgencia, ante la real imposibilidad de hacer oposición legal al sistema sin correr el riesgo de ser asesinad@, desaparecid@, torturad@ o pres@.

Ante el creciente escándalo internacional y las múltiples condenas al Estado Colombiano por violar los derechos Humanos, l@s apátridas recurrieron de nuevo a los manuales estadounidenses y con entrenamiento de Israel, logística oficial, dinero de la mafia del narcotráfico, discurso rabiosamente anticomunista, estructuración corporativista y reclutamiento de excluid@s, crearon la segunda generación de asesinos paramilitares, que exterminó a la Unión Patriótica, diezmó los sindicatos de obrer@s, maestr@s, profesionales, las asociaciones estudiantiles, la dirigencia popular y social –incluidos cuatro candidatos presidenciales-, exilió a decenas de miles de ciudadan@s y desplazó a tres y medio millones de campesinos.

Agotada y sin sus históricos dirigentes “ilustrados”, cada vez más dependiente del monstruo que había creado, la aristocrática dirigencia liberal y conservadora, terminó por aceptar a regañadientes que esos subalternos fueran sus aliados y tras un corto periodo de trancisión, se vió obligada a apoyar a un candidato del paramilitarísmo y de las mafias narcotraficantes, a la Presidencia de la República: Álvaro Uribe Vélez.

Con una propuesta de mano dura y en estrecha alianza con los más reaccionarios sectores de los Estados Unidos, el gobierno de Uribe cuenta con un piso social de clase media y en ciertas zonas, de clase baja. Si bien esperaban resultados tangibles en la guerra interna, para “superar la violencia sin importar los costos” y “echar el país adelante”, cerrando los ojos frente a realidades de injusticia social y exclusión extrema, se mantiene fieles al gobierno por medio de un complejo sistema clientelar de relaciones políticas de los dirigentes uribistas regionales.

El reciente escándalo de la parapolítica, en el cual se han venido comprobando los lazos entre el Gobierno, el paramilitarísmo y la mafia, han disminuido esa base social pero ella no está seriamente diezmada.

El respetable e insuficiente crecimiento de una variopinta alianza de izquierda legal (Polo Democrático Alternativo P.D.A.), la aparición de una fracción disidente del Partido Liberal (P.L.), un renacer de la lucha y de la movilización social (fruto de la aplicación del paquete neoliberal impuesto por Washington, exigiendo el Acuerdo Humanitario, el retorno de l@s desplazad@s o por reivindicaciones históricas), junto a la resistencia de las organizaciones insurgentes frente al Plan Colombia, el Plan Patriota y el Plan Consolidación, no logran aún articularse para construir una alternativa popular.

En esas condiciones, el éxito de las gestiones del Presidente Chávez radica en ser capaz de construir a tres bandas una fórmula que sea aceptada por los contendientes, que permita el regreso de los prisioneros de ambas partes, que sea punto de apoyo para desempantanar la ausencia de alternativas progresistas en el hermano país y que logre superar los obstáculos y sabotajes de los Estados Unidos que no parecen dispuestos a tolerar que -en el propio territorio de su más fiel aliado- se configure una fórmula que partiendo de la búsqueda de un resultado específico, se proyecte como base para construir una alternativa de poder, o –al menos- de gobierno.

Por lo pronto, Uribe trata de ganar iniciativa llevando a Chávez a su propio terreno, definiendo públicamente límites infranqueables, marcando los movimientos del venezolano, procurándose una simbología propia para enfrentar el declarado bolivarianismo de Chávez, procurando evitar el contacto con el pueblo colombiano y sobretodo, el contagio en sus propias Fuerzas Militares del “ejemplo que Caracas dio”.

La partida ha comenzado. En ella, Uribe puede verse obligado a abandonar sus posiciones intransigentes y aceptar fórmulas de entendimiento que le resquebrajarían la ya maltrecha alianza que lo mantiene en el poder. Chávez apuesta su prestigio internacional a la posibilidad de alcanzar una salida salomónica. Todo ello, aderezado con las insuperables normas de la diplomacia y con las complejas lógicas de la prudencia y del secreto.

Como bien decía el Presidente Chávez, es imposible entender la historia de Colombia y Venezuela de manera separada. Sin embargo, es imposible construir la historia futura, si en el presente no logramos ubicar correctamente que en el hermano país aún gobiernan l@s hereder@s de Santander y que no están dispuestos a permitir que se construya con participación y protagonismo venezolano una alternativa bolivariana para l@s pobres y los perseguid@s de Colombia.

Imparcialidad mercantilista

Reinaldo González

Desde hace mucho tiempo, los catedráticos de la Comunicación Social hablan sobre la imparcialidad que debe regir al periodismo. Plantean que el ejercicio de la profesión se debe limitar a
la cobertura de los hechos noticiosos sin tomar parte, de manera objetiva, entendiendo la objetividad como una suerte de virtud que hace del periodista un ser capaz de abstraerse de la realidad, para abordarla sin dejar permear sus sentimientos y emociones, sus principios y valores, sus estereotipos y prejuicios, su cosmovisión... En fin, el conjunto de elementos que hacen al ser humano un sujeto social. De esta manera, se desconoce la humanidad del periodista y se le convierte en objeto de su profesión.

Esta tendencia no sólo afecta al periodismo, sino que se ha expandido a otras esferas, alcanzando gran fortaleza en las relaciones internacionales. Hoy en día, vemos cómo la imparcialidad y la neutralidad ante los conflictos que vive la humanidad parecieran imponerse sobre la búsqueda de soluciones. La diplomacia internacional exalta su “preocupación” por los dramas sociales, pero poco hace para atacar los problemas que los provocan. Vemos a una Organización de la Naciones Unidas (ONU), llamada a ser el principal foro de debate mundial, recordando que en Irak se están violando los derechos humanos, cuando fue precisamente su ineptitud, producto de una “neutralidad” a ultranza que finalmente obedece a los intereses del capital transnacional, la que permitió a Estados Unidos invadir a la nación árabe.

“En Tierra de Nadie”, de Danis Tanovic, es un reflejo de la imparcialidad mercantilista que actualmente domina al mundo.

Allende

Mario Benedetti

Para matar al hombre de la paz
para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla,
para vencer al hombre de la paz
tuvieron que congregar todos los odios
y además los aviones y los tanques,
para batir al hombre de la paz
tuvieron que bombardearlo hacerlo llama,
porque el hombre de la paz era una fortaleza

Para matar al hombre de la paz
tuvieron que desatar la guerra turbia,
para vencer al hombre de la paz
y acallar su voz modesta y taladrante
tuvieron que empujar el terror hasta el abismo
y matar mas para seguir matando,
para batir al hombre de la paz
tuvieron que asesinarlo muchas veces
porque el hombre de la paz era una fortaleza,

Para matar al hombre de la paz
tuvieron que imaginar que era una tropa,
una armada, una hueste, una brigada,
tuvieron que creer que era otro ejercito,
pero el hombre de la paz era tan solo un pueblo
y tenia en sus manos un fusil y un mandato
y eran necesarios mas tanques mas rencores
mas bombas mas aviones mas oprobios
porque el hombre de la paz era una fortaleza

Para matar al hombre de la paz
para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla,
para vencer al hombre de la paz
tuvieron que afiliarse siempre a la muerte
matar y matar mas para seguir matando
y condenarse a la blindada soledad,
para matar al hombre que era un pueblo
tuvieron que quedarse sin el pueblo.

Curiosidades del capitalismo

«A diario, en el planeta, cerca de 100.000 personas mueren de hambre o a causa de sus secuelas inmediatas» (Ziegler, Jean. «Los nuevos amos del mundo», p. 13, reseñado en el libro FAO, World Food Report, 2000, Estado Mundial de la Agricultura y la Alimentación)

«Un niño que, entre el momento de su nacimiento y la edad de cinco años, carece de la cantidad suficiente de alimentos adecuados, padecerá las secuelas durante toda su vida» (p. 14)

«El hambre persistente y la desnutrición crónica son obra del ser humano. Son el resultado del orden asesino del mundo. Quien muere de hambre es víctima de un asesinato». (p. 15)

«Cada siete segundos, en la tierra, un niño menor de diez años muere de hambre» (p. 14)

«La Tierra, en el estadio alcanzado por sus medios de producción agrícolas, podría alimentar con plena normalidad a 12 mil millones de seres humanos, o en otras palabras, proporcionarí a a cada individuo una ración equivalente a 2.700 calorías diarias. Pero sólo somos algo más de 6 mil millones de individuos en la tierra, y cada año 826 millones de seres humanos padecen de desnutrición crónica y mutiladora». (p. 15)

El Palomo Blanco

Ernesto Silva

La historia
de nuestra patria y nuestro libertador Simón Bolívar ha sido disfrazada en nuestras escuelas por más de 100 años. Muchas cosas de Bolívar han estado ocultas en los libros de HISTORIA DE VENEZUELA, tratando de arrancar nuestras raíces históricas de nuestra cultura, imponiéndonos versiones erradas de ésta o enseñando a nuestr@s niñ@s culturas foráneas, importadas de otros países, con interés en la transculturización. En aras de ayudar a contar la historia que much@s nos conocemos, nace este lugar en nuestro periódico.

Entre las costumbres de nuestro pueblo, los refranes y las adivinanzas representan formas de comunicar la cultura que poseemos, en nuestra comunidad, en la escuela y en cada rincón del territorio venezolano. Algunas han sido inventadas para idiotizar a nuestr@s niñ@s y alejarl@s de la historia que nos pertenece. Un ejemplo de ello es: ¿De qué color es el caballo blanco de Simón Bolívar? El niño o la niña se queda pensando: “El caballo blanco de Simón Bolívar…” y contesta tímidamente, porque cree que le están echando broma: “¡es BLANCO!”.

Bueno, claro que es blanco, pero esa pregunta no nos enseña nada de nuestra historia, más bien nos aleja de ella. ¿Cómo se llama el caballo de Simón Bolívar? sería una pregunta mucho más provechosa, ¿o no? De eso se trata nuestra historia de hoy en CONOCIENDO A BOLIVAR, historia que debe quedar grabada en nuestras mentes para ser contada una y otra vez, de generación en generación.

El Palomo Blanco
Bolívar llegó a Santa Rosa de Viterbo (situada en el departamento de Boyacá, Colombia) a principios de 1814. Iba a Tunja (capital de Boyacá) a dar cuenta al congreso a la sazón reunido en aquella ciudad, de los sucesos prósperos y desgracias que habían ocurrido durante la última campaña de Venezuela. El Libertador hizo su entrada a Santa Rosa en la bestia cansada y no halló medio de remontarla. Allí pidió la ayuda de un guía para que le acompañara y al mismo tiempo lo llevara a las afueras de la ciudad. Durante este viaje Bolívar mantuvo conversación con aquel hombre. Éste le contó de los sueños de su esposa y en especial aquel donde ella se veía regalándole un potro a un famoso general, desconociendo que posteriormente sería Bolívar el dueño de este animal. Cuando el guía se dio cuenta de quién se trataba, quedó aturdido y más al momento en que el Libertador, al despedirlo, le dijo sonriendo: “A Casilda que me guarde el potro”. Tiempo después, en medio de la batalla del pantano de Vargas, recibió Bolívar el potro prometido en sueños por Casilda y le dio el nombre de “PALOMO” por su color característico. Siendo éste uno de los incentivos para su triunfo en esta batalla, cuando Bolívar regresó a Venezuela se detuvo en Santa Rosa y visitó a Casilda, dándole las gracias por aquel “Palomo”. Resumen tomado de "Choquehuanca y su Arenga a Bolívar"

La juventud y la sociedad alienante

Julio Valecillo

Las ideas, los conceptos, los patrones conductuales son esquemas que nos permiten tener una visión de la vida en su conjunto. Estos esquemas son los que en gran medida debemos transformar por atentar contra los intereses del pueblo explotado. La realidad es que la concepción del mundo que se impone hoy es la de la clase dominante y nuestra juventud ha sido profundamente permeada con esta ideología reaccionaria.

No se debe esto a un hecho fortuito, ni divino. La lógica de las superestructuras del Estado (herramientas de reproducción del pensamiento: iglesia, escuelas, universidades, familia, medios de comunicación) es la razón fundamental que ha generado esta situación. Hoy tenemos una sociedad enajenada y la sociedad la hacemos tod@s, es decir, somos responsables de reproducir o no sus formas y sus fondos. Esta sociedad alienante existe muy a pesar de quienes pretenden justificarla o, peor aún, negarla.

Tenemos una juventud extremadamente apática, desinteresada por generar propuestas que solucionen los grandes problemas de la sociedad de hoy; una juventud que ve en la telenovela de turno su herramienta para cultivar su intelecto. Gran parte de esa juventud asiste a niveles "superiores" de la educación formal y, sin embargo, el estudio se concibe como un fin y no como una herramienta de liberación.

Estamos tan contaminados que preferimos que los grandes problemas de la humanidad sean resueltos por otr@s. La banalidad, la falta de compromiso y el temor a asumirlos han hecho de nosotr@s masa perfecta para ser moldeada a los intereses del capital mundial.

Basta consultar sobre algunas cuestiones elementales y aflorará en nuestro pueblo joven cuanta contradicción pueda, quedando de manifiesto su visión reaccionaria del mundo. Por ejemplo: ¿Qué opinas del sistema político y económico de nuestras sociedades, de la política, de la prostitución, de la situación de calle en la que vive un numero importante de personas en el mundo? ¿Qué opinas del recalentamiento global, del sistema educativo? El análisis que hacen se queda en nombrar consecuencias y de manera irresponsable ocultan las causas fundamentales. Los temas para el debate de esta juventud idiotizada son la novela, el modelo del carro, los cauchos del carro, el reproductor de sonido del carro, el motor del carro, la ropa de marca, etcétera.

Las condiciones materiales de vida de cada persona no determinan sus niveles de conciencia y ahí es donde entra en juego una nueva palabra: la conciencia, y no es la conciencia por sí sola, sino ella como una herramienta que permita el accionar diario en favor de nuestros intereses de clase. El reto está planteado y la responsabilidad debemos asumirla.

Construir un partido para nuestra revolución requiere, entre tantos elementos, de una juventud que participe, que se plantee irreverente, que asuma concientemente su rol, que sea catalizadora en el proceso de destrucción de esa sociedad alienante, esa sociedad que nos ha enajenado como individuos y como sujetos sociales, esa sociedad de la cual somos producto y que debemos arrasar.

Sólo el trabajo unido de la juventud con nuestr@s obrer@s, campesin@s y otras capas sociales explotadas permitirá dinamizar los procesos sociales y hacernos de una sociedad diferente, lejos de toda dominación burguesa. Reivindicar el trabajo (máxima realización humana), profundizar el estudio para elevar a diario nuestros niveles de conciencia y levantar el fusil para siempre defender los territorios del pueblo explotado mundial: tres tareas que hace décadas nos dejara planteadas el Che, tres tareas fundamentales que con orgullo revolucionario debemos realizar, tres tareas que importantes sectores de la juventud hoy estamos empeñados en conquistar.

El matrimonio ayer y hoy

Sybelle Padua

El llamado “progreso” de la humanidad ha conseguido darle representaciones a las formas de unión del hombre y la mujer. Con el pasar de la historia, estas formas han dado un giro como la aguja del reloj en el tiempo, propiciando el nacimiento de la acepción que hoy conocemos en la cultura occidental como matrimonio. La génesis de la unión en matrimonio de los seres humanos ha traído consigo diferentes postulados sobre su origen. La confrontación de estos planteamientos ha hecho que sólo uno se convierta en el paradigma dominante de esta sociedad. Pero… ¿Es éste paradigma dominante el acertado? ¿Deriva de la realidad que le dio vida?

Los paradigmas marcan todas las acciones de nuestra vida, desde las menos relevantes hasta las determinantes. El matrimonio es una de ellas. En nuestra sociedad, está influenciado por la religión católica. La presencia de sus preceptos viene desde la época de la colonización española. Lo delicado está cuando basamos la administración de nuestra vida en cánones sociales que derivan de un discurso que asoma imprecisiones.

Según la Iglesia Católica, el matrimonio surge de la unión natural de aquellos seres que “Dios creó hombre y mujer” –tal como reza la Biblia en su libro del Génesis-. El matrimonio sería, por tanto, un acto natural legitimado en una institución, cuyos valores -“unidad, indisolubilidad y apertura a la vida”- se desprenden de la propia naturaleza del amor entre hombre y mujer que exige a los esposos amarse uno al otro.

A estos planteamientos se enfrenta el investigador de El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado, Federico Engels. Los estudios de este investigador sobre la prehistoria mencionan como primer signo de unión el matrimonio en grupos. Las gens o comunidades se interrelacionaban produciendo luego, a raíz de la prohibición de los matrimonios entre hermanos y parientes, las familias sindiásmicas. En este caso, un hombre vive con una mujer, pero se establecen relaciones poligámicas y poliándricas, es decir, tanto el hombre como la mujer mantienen relaciones fuera de la formal.

Hasta este punto, observamos que la línea de filiación que prevalece es la materna, pues no hay manera de saber quién es el padre de los hijos. A esto se le definió como el matriarcado, sociedad en la que la mujer recibía mayor preponderancia que el hombre por sus atributos de concebir y definir la línea filial de los hijos.

Pasado un tiempo, el desarrollo de la agricultura fue generando la acumulación de riqueza, lo que generó en el hombre la necesidad de establecer una línea filial que diera cuenta de su paternidad, para así heredar a sus hijos los bienes y riquezas acumulados, originándose de este modo la organización social fundada en el patriarcado.

Es así como el desarrollo de formas de producción y acumulación de riqueza parieron un nuevo signo de unión entre el hombre y la mujer, en la que ella debe ser fiel a él, garantizando la paternidad de sus hijos, y, viceversa, por el hecho de la herencia. El resultado: el matrimonio monogámico.