sábado, 1 de marzo de 2008

El internacionalismo revolucionario en el siglo XXI

Luis F. Reyes - Yasmín Chaurán

En Venezuela, hoy cobra mucha fuerza el debate sobre el carácter internacional de nuestra lucha. La política exterior del gobierno venezolano ha generado reacciones de todo tipo de parte de los sectores de la derecha más rancia, quienes han hecho una guerra mediática a los esfuerzos por la unidad y la integración que con errores y aciertos se han impulsado hacia y con las naciones y pueblos hermanos del continente y de otros lugares del mundo.

No por casualidad, el internacionalismo ha sido un aspecto profundamente polémico de las luchas revolucionarias en los últimos dos siglos. A pesar del avance teórico y las experiencias históricas transitadas, aún se mantiene en la palestra pública el debate de si es posible el socialismo en un solo país, al menos por algún tiempo, o de cuánto podrá resistir una revolución socialista en un país cercado internacionalmente por un sistema capitalista maduro, sin tener que hacer concesiones de principios que signifiquen un retroceso irreversible hacia el capitalismo. Por ello, algunas y algunos compatriotas, a través de sus discursos o acciones, persisten en mantener una visión nacional de las luchas que son de orden internacional, obviando las causas históricas de ese concepto que hoy llamamos “nación” y dejando a un lado su papel como sujeto histórico en el contexto mundial.

Vayamos al origen de nuestra nación. Ésta surge al calor de las luchas independentistas frente al yugo español y producto de la abolición de la Gran Colombia por los sectores más reaccionarios de entonces, grupos de caudillos que se instauraron como oligarquías en toda nuestra Patria Grande para continuar el proyecto de dominación del imperialismo (en aquel momento europeo) y echar nuestros países como una pieza más del juego de la división internacional del trabajo, donde a los pueblos del Sur les tocó ser nuevas colonias, con un nuevo ropaje.

Paralelo a esto, en Europa el capitalismo vería su nacimiento e iniciaría su periplo y expansión. Es en ese contexto que el “viejo topo” Carlos Marx y Federico Engels, a través de El Manifiesto Comunista, convocarían a la clase obrera del mundo a unirse, dando surgimiento a la primera organización internacional comunista conocida como La I Internacional. Ese “fantasma” siguió recorriendo Europa y sin embargo, dentro de La Internacional y sus debates, surgieron diversas concepciones y discusiones sobre el internacionalismo y la revolución. Por ejemplo, cuando las y los reformistas alemanes dejaron de lado el internacionalismo proletario, votaron en el congreso alemán aprobando los créditos para la Guerra Mundial, causando una gran catástrofe al permitir que miles de obreras y obreros combatieran unas y unos, contra otras y otros. A pesar de tener los mismos intereses de clase, las obreras y obreros de unos países peleaban contra las obreras y obreros de otros países, favoreciendo los intereses de las clases dominantes y fracturando nuestra lucha internacional.

La historia demuestra con creces que el chovinismo (nacionalismo exacerbado) ha sido y será profundamente contrario a la lucha revolucionaria. Distinto es luchar por la autodeterminación de los pueblos y de las naciones como defensa de la agresión y control imperialistas, siendo esto expresión de un proceso de liberación nacional; de acumulación de las fuerzas necesarias para dar la lucha sin fronteras por la liberación de los pueblos explotados del mundo y la superación del capitalismo.

Las revolucionarias y los revolucionarios que luchamos en Venezuela debemos reivindicar y practicar el internacionalismo revolucionario y, sobre todo, defender una de sus expresiones más importantes: la solidaridad. Como dijera el Che Guevara, “la solidaridad es la ternura de los pueblos”. Esta solidaridad se basa en compartir lo que se tiene, y no lo que nos sobra, con otros pueblos oprimidos por el imperialismo, para en conjunto avanzar hacia la liberación de la explotación capitalista.

El gobierno bolivariano, comprendiendo la necesidad de avanzar en esa dirección, ha desarrollado planes y convenios como la Misión Milagro, Misión Robinson “Yo sí puedo” y otras iniciativas que han favorecido el encuentro, articulación y construcción social y política entre organizaciones y pueblos de Latinoamérica y el mundo.

Esta solidaridad también se manifiesta en la solicitud de repatriación de Ilich Ramírez, secuestrado en Francia; de Antonio, Fernando, Gerardo, Ramón y René, “los Cinco Héroes del pueblo cubano”, secuestrados en Estados Unidos; de “Sonia” y “Simón” de Colombia, también secuestrados por el imperialismo; la exigencia de liberación de los secuestrados en Guantánamo; las protestas para la devolución de la soberanía al pueblo de Palestina, asediado por el Sionismo, entre otras luchas de carácter internacional.

El camino de la revolución, más si ésta es socialista, exige de un claro carácter internacional de la lucha. No habrá revolución socialista en Venezuela si no fortalecemos un trabajo de integración y unión real entre los pueblos, entre la clase explotada del mundo, sobre todo en Latinoamérica, para enfrentar con firmeza los embates del imperialismo como expresión más avanzada del capitalismo. Por ello, toda acción contraria a la unidad de nuestros pueblos debe ser combatida desde nuestras trincheras de batalla y corregida de inmediato, para evitar que nuestros pueblos se sigan enfrentando por intereses subalternos, dividiendo así las fuerzas revolucionarias y favoreciendo al verdadero enemigo: el capitalismo.

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