sábado, 1 de marzo de 2008

La Universidad que tenemos

Osly Hernández

Hoy la UCV está en poder de una red clientelar, una élite seudo-académica que impone un filtro de clases o pruebas internas para mantener en minoría y en futura nulidad al pueblo pobre dentro de ella.

La comunidad estudiantil entrega sus derechos bajo el pretexto de que la política es una pérdida de tiempo. La intimidación hacia los críticos del sistema es regla general en las aulas.

Bajo la sombra de una contratación flexible, profesores progresistas deben mantener la boca cerrada para mantener el salario.

Los luchadores sociales más comprometidos se turnan en dos frentes de batalla: el primero, evitar que la democracia bolivariana y la esperanza del socialismo sean destruidas por el fascismo; y el segundo, resistir el cerco hegemónico de la extrema derecha que se refugia en su último bastión, el “claustro universitario”.

El movimiento obrero universitario, siempre activo, lamentablemente se encuentra estratificado convenientemente en empleados y obreros y sus luchas económicas no están articuladas con el movimiento estudiantil, que de manera vergonzosa los rechaza de forma mezquina.

Muchos dirigentes estudiantiles, cegados bajo el espejismo de que únicamente se puede hacer política desde una federación o centro de estudiantes, se pelean entre ellos por dichos espacios, mientras en los consejos universitario y de facultad las autoridades pasan la aplanadora con su mayoría forzada a los pocos representantes estudiantiles que mantienen una voz disidente.

Orbitando alrededor de estas guerras locales inducidas desde arriba existe toda una generación de futuros dirigentes nuevamente confundida entre dos caminos: la desviación politiquera o la frustración de estudiar para graduarse de una vez.

Las autoridades monopolizan los medios de comunicación como Correo Universitario, Hora Universitaria y UCV-024, que sirven como velo a las profundas contradicciones que asechan en todos los rincones de nuestra casa de estudios.

Un nuevo elemento se suma a este panorama: una vigilancia desvirtuada en aparato represivo, que recorre la universidad con sus motos y jaulas de forma amenazadora, bajo el pretexto de proteger al patrimonio. Su consigna: “resguardar al cemento y al acero y desechar al ser humano”. Los horarios de cierre nos atrapan cada día más en las mañanas. En las tardes y fines de semana la UCV es un desierto.

Los espacios físicos se privatizan paulatinamente, entregados a la banca privada. Por todo se cobra, todo tiene un precio, pero las autoridades nunca rinden cuentas. La autonomía que levantan como bandera se cae a pedazos al evidenciarse claramente su compromiso politiquero y su directa vinculación con partidos antidemocráticos.

Ésta es una reflexión para los que repudiamos las injusticias, para los que el silencio y la soledad asfixian.

La distancia entre lo que queremos (pensamos, sentimos) y lo que, según los paradigmas sociales, debemos hacer, nos sitúa en un mar de contradicciones. Ante tales encrucijadas, podemos evadir los descubrimientos para conservar la estabilidad y continuar la senda habitual. No tener que alterar las viejas concepciones ni reordenar las ideas resulta más cómodo y evita colocar en tela de juicio parte del camino andado.

Pero una vez que se producen los hallazgos, lo peor que podemos hacer es maquillarlos, mimetizarlos con la ya conocido, para evitar reconocerlos. Identificar las incongruencias significa diferenciarnos de la “cosas” que se dejan llevar por el vaivén del oleaje. Es poner en ejercicio el carácter humano de actuar con conciencia. Detenernos ante los obstáculos del camino, resistirnos a ellos, comprenderlos y transformarlos.

Generaciones enteras han luchado y preparado el camino para los retos actuales. Nuestro deber ahora es asumir el relevo e interrogar al pasado. Explorar las derrotas y determinar la estrategia del enemigo. Quitar el vendaje y la mordaza del miedo a nuestros compañeros y que ellos nos quiten las nuestras. La invitación es a actuar y a compartir, a teorizar y a realizar prácticas que permitan abrir un abanico de lucha y de gloria.

No hay comentarios: