sábado, 1 de marzo de 2008

Imparcialidad mercantilista

Reinaldo González

Desde hace mucho tiempo, los catedráticos de la Comunicación Social hablan sobre la imparcialidad que debe regir al periodismo. Plantean que el ejercicio de la profesión se debe limitar a
la cobertura de los hechos noticiosos sin tomar parte, de manera objetiva, entendiendo la objetividad como una suerte de virtud que hace del periodista un ser capaz de abstraerse de la realidad, para abordarla sin dejar permear sus sentimientos y emociones, sus principios y valores, sus estereotipos y prejuicios, su cosmovisión... En fin, el conjunto de elementos que hacen al ser humano un sujeto social. De esta manera, se desconoce la humanidad del periodista y se le convierte en objeto de su profesión.

Esta tendencia no sólo afecta al periodismo, sino que se ha expandido a otras esferas, alcanzando gran fortaleza en las relaciones internacionales. Hoy en día, vemos cómo la imparcialidad y la neutralidad ante los conflictos que vive la humanidad parecieran imponerse sobre la búsqueda de soluciones. La diplomacia internacional exalta su “preocupación” por los dramas sociales, pero poco hace para atacar los problemas que los provocan. Vemos a una Organización de la Naciones Unidas (ONU), llamada a ser el principal foro de debate mundial, recordando que en Irak se están violando los derechos humanos, cuando fue precisamente su ineptitud, producto de una “neutralidad” a ultranza que finalmente obedece a los intereses del capital transnacional, la que permitió a Estados Unidos invadir a la nación árabe.

“En Tierra de Nadie”, de Danis Tanovic, es un reflejo de la imparcialidad mercantilista que actualmente domina al mundo.

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